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12.000, esos son los kilómetros que me separan del primero de diciembre.

12.000 km de viaje diario de Cáceres a Badajoz, 12.000 km en los que incluyo Zaragoza, Sevilla, y Madrid.

Son 12.000 km felices, que me han cambiado muchas formas de ver las cosas, 12.000 km de ilusiones compartidas, 12.000 km en los que me ha dado tiempo a pensar, 12.000 km que me hacen sentir que lo que hago sirve para algo, que podré decir que puse un granito de arena.

12.000 km conociendo gente nueva, reencontrandome con esa gente que parece que siempre hubiese estado ahí.

12.000 km que me llevan a un trabajo que me gusta, donde cada día aprendo un poquito más, donde cada día luchamos por mejorar las cosas. 12.000 km para llegar a la oficina y tomar un ristretto, esperar que lleguen los donuts del viernes o desear llegar a Cáceres para tomar algo en San Blas.

12.000 km entremezclados en los que meto en el mismo saco dos sitios desde los que poder trabajar para cambiar las cosas: la empresa en la que curro y el lugar en el que participo en política. Dos cosas que no tienen nada que ver, pero que sumadas, hacen 12.000 km

A por otros 12.000