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Ahora que tengo veinte años,
ahora que aún tengo fuerzas,
que no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre.

Ahora que me siento capaz
de cantar si otro canta.
Hoy que aún tengo voz
y aún puedo creer en dioses…

Quiero cantar a las piedras, a la tierra, al agua,
al trigo y al camino, que voy pisando.
A la noche, al cielo, a este mar tan nuestro,
y al viento que por la mañana viene a besarme el rostro.

Quiero alzar la voz por una tempestad,
por un rayo de sol,
o por el ruiseñor
que ha de cantar al atardecer.

Ahora que tengo veinte años,
ahora que aún tengo fuerzas,
que no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre.

Ahora que tengo veinte años,
hoy que el corazón se me dispara,
por un instante de amar,
o al ver un niño llorar…

Quiero cantar al amor. Al primero. Al último.
Al que te hace padecer. Al que vives un día.
Quiero llorar con los que están solos,
y sin ningún amor van pasando por el mundo.

Quiero alzar la voz, para cantar a los hombres
que han nacido de pie,
que viven de pie,
y que de pie mueren.

Quiero y quiero y quiero cantar.
Hoy que aún tengo voz.
Quién sabe si podré mañana.

Pero hoy sólo tengo veinte años.
Hoy aún tengo fuerzas,
y no tengo el alma muerta,
y me siento hervir la sangre…