Con esta oleada de calor en la que andamos metidos esta noche me ha costado dormir más de la cuenta, me fui a la cama pensando que lo que no conseguían los viernes de dolores provocados por los recortes de los consejos de ministros,irme a buscar trabajo a Alemania, lo iba a conseguir este calor.
Ha sonado el despertador a las 8:30 y con más sueño que una cesta de gatinos al pie de una estufa, me he ido sonámbulo hacia la máquina del café que me ha recibido seca, sin ni una gota. Para rematar la faena, en el mueble donde suele estar el paquete de café había un hueco que me decía que allí el café ni estaba ni se le esperaba.
No me ha quedado más remedio que ir a un bar a tomar uno. Al entrar el panorama era un tanto raruro: las paredes estaban vacías, había desaparecido la tele y la estantería de detrás de la barra estaba un poco desolada… tampoco le he dado mucha importancia, es el típico bar de barrio un poco anticuado, igual le había dado por redecorarlo y quitar esos viejos carteles de toros para cambiarlos por una decoración taurina de paredes lisas y vinilos artísticos con monteras y estoques.
Pido mi café y cojo el periódico para leer los recortes del día: cierre de las consultas en los pueblos, privatización de los retenes de incendios forestales, el ave que no arranca… al rato llegan dos parroquianos, uno pide un cortado y el segundo un chupito de hiervas hierbas.
Lo del chupito me hace desconectar del periódico, sí ya se que leer determinadas cosas en la prensa harían tirarse a la bebida al más abstemio, pero son solo las 9 de la mañana. El camarero resopla y responde que no, que no le queda licor de hiervas, que se terminó hace unos días y no ha pedido más porque hoy es el último día que abre el bar. Varón, 56 años, toda la vida en ese bar y cierra porque no le da ni para pagar el alquiler del local. No sabe que va a hacer ahora, solo sabe que no podía seguir en el bar. El señor del chupito pide uno con leche y acto seguido empiezan a poner a parir a Rajoy.
Termino el café y me vuelvo a casa pensando en que a este paso la próxima vez que me quede sin café en casa igual estoy en Alemania, sin calor, pero puede que me atienda el mismo señor de 56 años, porque tal y como está la cosa terminaremos todos protagonizando de nuevo «vente a Alemania, Pepe». La otra opción es darse a la bebida, pero en el bar de al lado de casa ya no hay chupitos de hierbas. ¿Alguien sabe como se dice «un café con leche» en alemán?