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Decia el bolero que 20 años no son nada, y el caso es que 20 no se si erá mucho o poco tiempo, pero 10 si son unos cuantos, y en diez años la vida da algunos giros bastante curiosos.

Hace diez años era, junto a Molano, el último interno en salir por la puerta del Colegio Menor Claret; abandonaba así dos años de encierro estudiantil «con los curas» que dejaba tras de si muchas experiencias vividas, buenos amigos y un sin fin de recuerdos.

Dijeron que los tiempos habian cambiado, que los chavales ya no necesitaban salir de sus pueblos para estudiar, que ya existian insitutos en todos los sitios, transporte escolar gratuíto o internados públicos para aquellos que lo necesitaban. Es curioso como los mismos que ahora presumen de mirar con lupa la educación en valores (Vease el caso de Educación para la ciudadanía) en aquella época solo se preocupaban por el valor (monetario) de la educación. El caso es que cien internos pagando todos los meses un dinerito no era rentable y hubo que cerrar.

Está claro que la venta de parte de terrenos del colegio para hacer una megaurbanización en el centro de Don Benito y del edificio del internado para servicios del ayuntamiento, albergue, E.O.I, NCC, etc era más rentable que la educación de 100 chavales.

Diez años después de aquello he vuelto a dormir en lo que un día fué el internado, y quien me iba a mi a decir que regresaría allí para asistir a la Escuela de formación «Margarita Nelken» de Juventudes Socialistas de Extremadura.

Creo que a Margarita Nelken le gustaria saber que una escuela de formación para jóvenes (y jóvenas) socialistas lleva su nombre, pero si el Padre Claret levantase la cabeza y viese que en la capilla de su antiguo internado ahora dan cursos las Juventudes Socialistas…